domingo, 22 de febrero de 2009

Por estas calles

Son las 6:35 horas (momento de comenzar a escribir el post)

Se acuesta la luna cansada, fatigada, dándole la despedida al crepúsculo. Se levanta el Sol radiante, sonriente, dándole la bienvenida a un nuevo amanecer.

A pie de una montaña se levanta la ciudad; con fresco aroma a monotonía, calle, trabajo y sudor.

Por estas calles camina José. Camina desde lo alto de aquella montaña hasta conseguir que el sol dispare sobre él el primer rayo de luz de la mañana, y así, él sabe que ha comenzado una nueva jornada de duro sacrificio por sus hijos.

José vive en lo más alto de una montaña a lo lejos. Allá donde estás tan cerca del cielo, y tan lejos de alcanzar los sueños colgados en las nubes. Allá donde la vida es más fresca, por lo alto del cerro, y más insegura, por el miedo a resbalarte.

José comenzó desde muy chico a trabajar. A viajar hacia el sur de sus deseos, trotando montaña abajo, para vender camisas, pantalones, gaseosas, y todo aquello que pudiese venderse. José estaba solo con su amiga soledad.

José ahora tiene a su espalda 4 criaturas de Dios que mantener. José vive con sus 4 hijos y su eterna compañera, Soledad. Soledad sola, triste y profunda de ser simplemente soledad. Soledad que invade cada día de su vida; soledad que se cuela entre aquel abrazo de alegría de sus hijos pequeños al llegar cansado del trabajo, para ayudarlos con sus tareas.

José es padre y madre. José es madre y padre. José es todo, y a la vez no es nada. José ha dado la vida por sus hijos.

Cuentan que él, con 40 años, camina desde lo alto de aquel cerro, hasta el pie de la montaña para coger el primer autobus que lo lleve a algún lugar. Hacia el lugar de sueños perdidos, esperanzas rotas, y promesas sin cumplir. Aquel lugar que soñó, y que un día guardó sus ilusiones dentro de un cajón para ya nunca más abrir. Aquel lugar al que siempre quiso llegar, y jamás encontró. Ese mismo lugar donde estás tú, donde estoy yo. Aquí mismo sentados en este sofá, leyendo estas lineas, en lugar de salir a cumplir metas y ambiciones sacrificadas.

Por estas calles camina José. Vendiendo lo que nunca tuvo, comprando lo que sus gotas de agua salada le dejan comprar.

Y así se le pasa la vida a José; soñando con una vida sin poder rozarla apenas. Trabajando y caminando por un futuro que observa cómo se le resbala de las manos entre lágrimas y sudor.

Sus 4 pequeños salen al colegio, después que él sale de casa. El mayor, lleva a sus hermanitos más pequeños hasta su escuela, y se regresa a su casa. Pues él, no tiene tiempo de estudiar. Poco es lo que sabe de escribir, escaso lo que sabe de hablar, e insuficiente lo que sabe de sumar y restar. Carece de la oportunidad de aprender en la escuela, puesto que lo contado que ha aprendido, es sólo porque sus pequeños hermanos se lo han explicado, ya que él, tiene que llegar a limpiar la casa, y prepararle la comida a sus hermanos y a su padre, que cansado llega a estudiar con sus pequeños.

Y Así se le va la vida a él también, luchando por sus hermanos, a falta de madre.

Por estas calles camina José, y ha tostado su piel. Su piel morena se ha bronceado de cansancio, se ha dorado de fatiga, se ha asado de debilidad, y se ha curtido de aflicción, desconsuelo y melancolía.

José ya lleva 30 años de su vida caminando por estas calles. Bajando el mismo cerro, de donde un día soñó salir a estudiar, en una prodigiosa escuela, para ir a una portentosa universidad, para así, convertirse en un importante empresario de cadenas internacionales. José ya lleva 30 años de su vida caminando por este mismo sendero, soñando ilusionado que algún día su vida cambiará, y que su suerte lo acompañará. José lo quiere todo, y no quiere nada.

Y así se le va la vida a José, saliendo de su casa antes de amanecer, y retornando antes de anochecer.

A José se le fue la vida así, caminando por estas calles. Ya José tiene 70 años. Ya José no puede caminar calle al sur, sendero abajo, para coger el primer autobús que lo lleve a algún lugar. Ya Los hijos de José han crecido, y todos se han ido de la casa, excepto Juan, su hijo mayor.

Juan se levanta temprano, antes de amanecer, a las 6:35 horas va saliendo de su casa, donde deja a su padre durmiendo, con el desayuno ya preparado, y así, camina Juan, por estas calles, montaña abajo, cogiendo el primer autobús que lo lleve a algún lugar. Aquel lugar donde siempre silencioso, entre el trabajo de su hogar, soñó salir algún día, y que su suerte lo acompañará para ser un gran empresario.

La vida es un gran acertijo, donde sólo tú eres capaz de descifrarla a tu gusto. Quizás la suerte nunca llegue, quizás llegue de inmediato, pero jamás esperes levantarte un día y tener todo lo que has deseado.

Quizás José te deje una lección, Quizás sea Juan quien te la deje. José y Juan están allí, sentados en la mesa del comedor de sus ilusiones, viéndote leer estas líneas y pidiéndote que camines cuesta abajo, y así sea con olor a trabajo y sudor, cojas ese autobus que te llevará a algún Lugar. Ese lugar que sólo tú sabes adonde puedes llegar, ese lugar que siempre soñaste y siempre quisiste alcanzar. Ese mismo lugar donde colgaste tus sueños en las nubes de tu cielo.

José, Juan, y yo... Te pedimos que salgas de tu casa y camina hacia el norte de tus deseos, y que llegues tan alto como tus sueños te puedan llevar.

Sal y Camina Por estas Calles...




River flows in you - Yoruma

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