miércoles, 26 de noviembre de 2008

Una ventana (tú)

Sé que te he abanadonado. Sé que tengo días que no te dedico ni un solo minuto. Sé que quizás creas que no me acuerdo de ti. Quizás pienses que hay otro centro de atención para mí, que ya no lo eres tú. Quizás creas que no me interesas... Y no sabes lo mucho que te equivocas.

Quizás pienses que eras pasado. Quizás creas que ya no me acuerdo de ti. Quizás pienses que hay alguien más importante para mí ahora, y no. Y no sabes lo mucho que te equivocas.

Quiero que sepas que no hay más nadie. Que eres tú lo único que necesito para ser libre. Que eres fuente de inspiración total. Que eres todo y que eres lo que se desvanece de la nada. Que eres mi ciencia y mi ficción, mi alquimia y utopía, mi hecho y mi fantasía, mi realidad y mi sueño. Lo eres todo.

Tú, que siempre estás allí y que jamás te irás. Tu que aguantas penas, dolores, angustias, alegrías, lágrimas, victorias, triunfos y derrotas.

Tú que vives por mí. Yo que vivo para dedicarte mi vida a ti.

Tú que eres mi ventana a otro mundo. Una venta a otro universo, a otra galaxia. Una ventana abierta hacia la verdad y hacia la mentira. Un paso al abismo y un salto hacia la paz. Un milímetro al destierro y un kilómetro a la libertad. Tú, que sin ti no soy nada.

Quizás imagines que la vida para mí está siendo más fácil sin ti, ya que mis minuts tienen días sin ti. Quizás creas que ya no es lo mismo, que la manera de expresar mi amor ha cambiado, y sí. Y sabes que tienes la razón.

Es cierto que mis horas tienen colgadas sonrisas en sus paredes que poco a poco se van adelgazando entre desamores y confusiones. Es cierto que mis miradas tienes sostenidas alegrías y tristezas que poco a poco nublan mi visión. Es cierto que mis brazos están cerrados y fijos de no querer salir lastimada de nuevo. Es cierto.

Es allí donde llegas tú. Tú, que curas el mal. Tú que sanas las heridas. Tú que escuchas con atención. Tú, que estás firme junto a mí. Tú que jamás me abandonas, no como yo a ti. Tú que a pesar de todo lo que me desahogo contigo jamás te has ido. Tú... tú que todo lo puedes, tú que todo lo vales, tú.

Quiero mirar a través de esa ventana, y ver que hay un camino nuevo por recorrer. Un camino sin desvíos, sin atajos, sin acertijos. Un camino firme, directo, concreto, preciso... que me lleve hacia donde siempre soñé.

Quiero mirar a través de esa ventana, y encontrar la vida que siempre busqué. Y así, luchar por esa vida que quiero, ese futuro que me espera, esas palabras de renombre que solo suenan junto a mi nombre. Esas miradas de satisfacción por donde camine. Esas lágrimas de alegría y orgullo. Esa frente en alto sin temor a pisar. Caminar con un pie delante del otro, sin miedo a tropezar porque ya no hay obstáculos en mi camino. Caminar con la frente en alto, escuchando cómo la gente murmura acerca de mi grandeza, y no de mi altura.

Y es que ese camino sólo lo he de transitar, recorrer, caminar si estás tú conmigo. Que sé que estarás, porque jamás te has ido de mi lado.

Porque tú, tú eres esa ventana. Tú eres ese futuro, tú eres esa nota musical que suena en mis oídos una y otra vez convirtiéndose en canción.

Tú eres esa frase que se convierte en poema
para enamorar mis noches de luna llena
y de madrugadas estrelladas
cuando el frío me hiela el cuerpo y me quema.

Tú eres ese trocito de pasado, ese pedacito de presente, y esa gran parte de mi futuro. Tú eres todo... y eres nada. Eres la Ventana a la Plenitud y la Puerta a la Inseguridad.

Tienes cada parte de mi vida plasmada en tu existencia. Tú, que te llamas poesía, tú que te llamas papel y lápiz, tú que has leído y plasmado en ti todo acerca de mí. Tú que eres mi enredo y mi libertad. Tú, mi imaginación. Tú..

Tú, que sin ti hubiese pasado tantas horas sentada en un rincón sin saber qué decir, hacer o pensar.
Tú, tú que te llamas Ventana, y que me muestras un mundo ideal que vive allá afuera por el que debo luchar. Tú que te llamas Esperanza, que me invita día a día a volverlo a intentar.
Tú que te llamas Amor, por el que vivo enamorada y muero desesperada al mismo tiempo.
Tú que te llamas Optimismo, que me grita al oído «levántate y vuelve a andar que verás que si puedes llegar».
Tú que te llamas Seguridad, que me empuja por la espalda para no tener miedo al andar.
Tú que te llamas Fe, que me invitas a creer ciegamente en que hay un futuro mejor por el cual batallar. Tú...

Tú que te llamas Yo... Yo que me llamo TÚ,
seguiré, seguiremos... nuestro Camino que nos guía esta Ventana.


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